Creo desde la aceptación de que mis energías tienen su propia grandeza

La Madre es la feminidad arquetípica, la creación de la vida,  aquella que nutre, contiene y ama. Es muy importante reafirmar que este Arquetipo  no excluye a las mujeres que no han tenido hijos puesto que se refiere a nuestras creaciones más profundas procedentes del poder ovárico. Somos las madres de nuestras ideas.

Hay ciertas cuestiones que me gustaría detallar antes de presentar al Arquetipo en primer lugar, comprender que cada mujer es una expresión de las creaciones más profundas de la Madre Universal al permitimos ser sin preestablecer un determinado comportamiento podemos mostrar nuestra verdadera grandeza. De aquí viene la actitud de aceptación, flexibilidad y sustento de la Madre. Un Arquetipo equilibrado permite que sus creaciones se manifiesten sin control puesto que comprende que tiene que ceder ante sus propias energías y eso es lo que hace que florezcan en armonía con su propio interior.

Otro concepto importante es mirar atrás, al inicio de toda vida dónde en el útero de nuestra madre vivimos la primera relación afectiva siendo así nuestra madre la primera y principal referencia del lado femenino. Para sanar y mantener en armonía este Arquetipo debemos aceptar, honrar y amar a nuestra madre tal cual es. Dejarla ser igual que nosotras demandamos ser nosotras mismas, separarnos de lo que esperamos idealmente de ella y comenzar  a apreciar lo que hemos recibido. Somos su creación y para que podamos brillar hemos de reconocer la magia de la cual venimos, sin expectativas, sin demandas sólo agradeciendo y honrando. Lo expresa bellísimamente PABLA PEREZ SAN MARTÍN (2015) Manual introductorio a la Ginecología Natural. Chile: Ginecosofia Ediciones. p.p.343:

“Somos, en gran medida, el resultado de la experiencia de nuestra madre, el reflejo de sus alegrías, penas y traumas. ¿Cómo negarla? ¿Cómo rechazarla por todo lo que entregó? Como dice Bethany Webster, <<nuestra madre  solo podía amarnos de la manera en que podía amarse a ella misma>>. Ella fue el cálido mar que nos cobijó para nuestra creación; su leche, nuestro alimento; su cuerpo, nuestra casa; sus abrazos cansados, nuestra seguridad ante el miedo. Ella, la manifestación de todas las madres y de la gran Madre Tierra.”

Una vez que honramos a nuestra madre podemos vivir sanamente una cualidad innata de este Arquetipo que es la sensualidad.  Somos sensuales por naturaleza, esa es nuestra verdad y está en la mujer compartirla desde su esencia más pura y sana. Cuando comprendemos que nuestro cuerpo femenino es magnético y que nuestra propia energía sexual es la que nos mantiene en conexión con la tierra, con el poder de recibir y tener éxito cambia nuestra vibración y lo que atraemos desde el Universo.

Parte de ese magnetismo involucra estar receptiva y entregar el amor y la abundancia que hay en nosotras sin embargo, nuestra cultura ha exprimido este concepto con el fin de que las mujeres entreguemos sin límites hasta que no tengamos nada que ofrecernos a nosotras mismas. Cuando una mujer tiene amor en abundancia puede compartir su riqueza sin esfuerzo, lo opuesto a entregar desde la carencia que implica un esfuerzo extremo para dar desde esa fuente agotada y olvidada. Esta es una sencilla y gran reflexión sobre la abundancia y cómo vivimos una creencia errónea de ella.

Una vez aclarados estos puntos comenzamos a presentar al Arquetipo de la Madre  que lo conocemos también como la fase expresiva, del corazón, la mente sensible que corresponde con el momento de ovulación del día 14 al 20 aproximadamente. Las mujeres totales vivirán este Arquetipo en luna llena. Hay tanto desconocimiento de nuestra sabiduría menstrual que muy pocas saben que tenemos un sólo periodo de fertilidad que se da dos días antes de la ovulación y durante la misma. Estos días previos la puerta del cuello del útero se abre para almacenar espermatozoides en el espermateca y así puedan fecundar al óvulo cuando sea liberado. Durante el resto del mes está cerrada la puerta  y no hay ningún óvulo en las trompas. En mi opinión este hecho lleva anejo que la mujer en su mente vive ese Arquetipo todo el ciclo sin comprender que la expresión total de la madre se da una semana al mes aproximadamente y el resto del ciclo somos otras maravillosas mujeres que desean también expresarse para nuestro mayor bien común.

Durante esta fase del ciclo está sucediendo todo lo necesario para que gestemos una nueva vida. Involucra perder interés en nuestros deseos, necesidades y volvemos más protectoras, amorosas y armónicas. Es un momento en el que asumimos responsabilidades y creamos de forma productiva hacia los demás con fuerza y energía. Representamos el centro desde el cual el aspecto externo se equilibra con la expresión interna del amor y sustento. Esta sensación puede traer un sentimiento de satisfacción e integridad fundamentado en el amor, aceptación y equilibrio Universal.

La fuerza de impulso para conseguir nuestras metas se equilibra gracias a la conciencia espiritual que nos recuerda que los objetivos van de la mano de nuestra misión y que todo sencillamente irá bien desde el continuo fluir del Universo. Reaviva nuestra confianza y relación entre nosotras y la vida; donde desde el amor, el agradecimiento y la seguridad todo se puede.

La Madre cuenta con la fuerza para responsabilizarse de los demás, cuidar, amar, guiar, aconsejar y ofrecer un espacio de amor dónde reconectar con nuestra confianza. Es un Momento Óptimo para acercarnos a los demás desde nuestra sabiduría femenina sin imponer nuestras opiniones -una de las cosas más difíciles para las madres es dejar libertad para que nuestros hijos vivan sus experiencias cuando sabemos que pueden sufrir en el proceso-. La fase expresiva está impregnada de sentimientos de alegría seguridad, satisfacción y amor. En la que nos centramos en los sentimientos positivos  vinculados a las relaciones, a la creación de nuestro entorno y  a una dichosa aceptación de él.

La luna llena, la Madre en todo su esplendor refleja a la luna nueva (Anciana Sabia), desde la cual se nos permite expresar el compromiso con nuestras creaciones profundas desde el amor y el fluir. En ambos arquetipos hay un debilitamiento de la fuerza impulsora del ego y un incremento de la serenidad.  Por eso es tan importante un equilibrio entre todos los arquetipos, puesto que si uno está agotado o bloqueado afecta a la energía de los demás ya que somos una sola mujer y para vivir en plenitud tenemos que estar en armonía con todas nuestras energías femeninas

Cuando una mujer bloquea las energías de la Madre se olvida de compartir y de amarse a sí misma y a los demás. Por el contrario si permite que este Arquetipo dirija excesivamente su vida puede terminar en una pasividad extrema sin confianza en ella y es muy probable que se aprovechen de su innecesario vuelvo hacia los demás, olvidando sus propias necesidades. Ella misma  juzgará su valor según el reconocimiento y apego a los otros y olvidará trabajar en su propio desarrollo personal.

Este Arquetipo sano no cesa de celebrar la vida, agradecer y apreciar lo que tenemos en lugar de seguir luchando siempre por un objetivo material. Vive desde una actitud apreciativa natural y magnética. A medida que vamos expresando sanamente el Arquetipo de la Madre y restableciendo sus energías comenzamos a reconocer nuestra belleza, atractivo, nuestra sexualidad sagrada,  creatividad innata y comprendemos que somos mucho más que una madre fértil. Somos una mujer sensual, creativa que da a luz a sus ideas generando amor y gozo hacia sí misma y al mundo entero. Somos un reflejo de la Feminidad Sagrada, de la energía de plenitud, aplomo, resplandor, abundancia, empatía y fortaleza emocional. Desde el amor a nosotras mismas emanamos amor a la vida, a sus tiempos, siendo un canal estable donde abrir el corazón y cuidar desde el gozo y la generosidad de una madre.

Desde la esencia del amor y la ternura agradezco la energía sexual que anima todo en la vida. Y desde esta conciencia  creo desde la aceptación de que mis energías tienen su propia grandeza y las permito expresarse libres ya que las hace auténticas a ellas y a mí.

Teresa Oyarzábal Gómez- Reino

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